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Violín
Desesperado en la floresta
Para despertar la nieve que yace espesa
Sobre los arboles seculares anímales y piedras
En la espera de ese pálido, rayo de sol
Que pueda aún calentar
Dar un sentido
Allá, donde el sentido
No debería
Ser alguno
Sentirse nadie
Para ser alguien
Hoja de otoño,
Nadie la ve volar porque ocupado
A repararse por ese frio helado viento,
Como una pluma de upupa que sobrevuela la ciudad
Migrar hacia un país siempre diferente
A través una rutina constante
Arañas tejedoras, de telarañas inútiles
Frágiles convicciones de las ovejas
Esa negra, la preferida del pastor
Ya no oye ni siquiera el ladrar del perro
Trazar la ruta que del corazón al vientre
Llega al fondo del pozo sin pasar por el cerebro
Viajar dentro unas líneas, dentro un vaso
Reencontrarse sentado en un avión de que se desconoce la meta
La mitad de la felicidad es aceptar el girar del mundo
La inoportuna suerte del inesperado
La gota que raya la ventana apenas limpiada
Vida que gotea Vida